Antes de empezar, pido disculpas
por los meses de silencio. No quería escribir cualquier cosa para rellenar
espacios y no encontraba el momento para dedicar el tiempo que este tema
merecía.
Durante este descanso varias
personas me han escrito recomendándome artículos que hablaban de la gordofobia o la obesofobia, y me he estado informando, más allá de lo que
obviamente he vivido en mi propia piel tantas y tantas veces. Uno de los que
más me impresionó utilizaba el buscador de Google como ejemplo gráfico de la
cantidad de prejuicios negativos que existen en la sociedad sobre la gente
obesa, simplemente poniendo “las chicas gordas son” en el buscador y dejando
que Google acabe la frase con lo más buscado al respecto. Se me ponía la piel
de gallina, no solamente de verlo, sino de reconocer en ello complejos que
siempre he tenido, no porque piense que cumplo esos prejuicios, sino porque
pienso que es la imagen que la sociedad tendrá de mí al primer vistazo.
La obesidad es un problema de salud que como tal debe ser respetado, pero ser una persona sana no solamente se refleja en lo que se ve, sino en lo que se es, así que la gente que desprecia a alguien por su físico con el argumento de que no es sano, se olvida de que su juicio contribuye al deterioro de la salud mental de las personas obesas, que tan importante es para que mantengamos la esperanza, intención o fuerza para mejorar nuestra condición física.
La obesidad es un problema de salud que como tal debe ser respetado, pero ser una persona sana no solamente se refleja en lo que se ve, sino en lo que se es, así que la gente que desprecia a alguien por su físico con el argumento de que no es sano, se olvida de que su juicio contribuye al deterioro de la salud mental de las personas obesas, que tan importante es para que mantengamos la esperanza, intención o fuerza para mejorar nuestra condición física.
Dicho esto, quiero centrarme en
las numerosas campañas que se han realizado como defensa ante el obvio rechazo
social que recibimos la gente con obesidad. No voy a hablar de quién tiene la
razón, porque en el momento en que todos podemos argumentar lo que pensamos sin
faltar a nadie, nuestra opinión debería ser respetada. No necesitamos estar
todos de acuerdo, pero sí coexistir, respetarnos e intentar comprendernos
mutuamente. Y lo digo porque, como afectada, me dolía ver como personas que se
sentían tan ofendidas como yo argumentaban con ataques que me parecen del mismo
bajo nivel, y que se extienden en el estado de ánimo común con el mismo peligro
que los otros. Lejos de buscar soluciones, de mostrar a quien nos prejuzga lo
que valemos, entramos en la absurdidad de una batalla que desmonta nuestras
teorías de belleza universal, de respeto o de tolerancia.
Los obesos tenemos que aceptar
que la gran mayoría no queremos serlo, tenemos un problema de salud tanto
físico como mental y, quien más quien menos, hemos intentado mil veces
cambiarlo. Esto es un hecho, duro pero aceptable, y tenemos que luchar para que
los que no lo hayan vivido o lo hayan superado comprendan que no a todo el
mundo le resulta igual de fácil y que puede que lleguemos a un estado de paz
con nosotros mismos a nivel de aceptación mental que es mucho más saludable que
vivir constantemente odiando tu propio cuerpo. Como veis, estoy hablando en
todo momento de salud, ya que pienso que para hacer bandera de unos cánones de
belleza diversos y universales, no podemos presentarlo partiendo de un autoengaño.
Esto no quita que defienda a capa
y espada que toda persona es bella y que potenciar esa virtud depende,
sobretodo, del amor que tenga hacia sí misma. Repito, eso también forma parte de
ser una persona sana, y por ello trabajamos en este blog.
Espero no tardar
tanto en escribir la próxima vez! :-)